Digámoslo así. Cada hombre se merece la mujer que tiene. En este caso, el marido es un holgazán. La mujer trajo al cabrón y en lugar de echar inmediatamente a la esposa y al amante de la casa, se limitó a decir unas frases de objeción que no tenían ningún peso entre esos dos. Una humillación aún mayor fue cuando, después de que su esposa había sido follada, cogieron y salpicaron de semen la cara del marido y éste volvió a dar una bofetada.
Ahora, por una cuota determinada, cualquier desconocida está dispuesta a quitarse la ropa, abrirse de piernas y chupar al primer hombre que encuentre. A cualquier chica guapa se le cae la cara de vergüenza cuando ve a los gordos delante de ella. No me gustaría ser un artista de la recogida porque es un negocio arriesgado follar con agujeros desconocidos. Claro que puedes usar un condón, pero la goma no siempre salva el día.